En el campo sembrado
había un fuego de maíz,
había sed por la tierra,
había dolor en el alma
del hombre que apretaba
los establos
hacia la noche triste y seca.
Como un pastor en el cielo
llegaba la Luna retrasada
y las estrellas brilaban
como mariposas nocturnas.
Un sonido extraño golpeo el vació ,
y llego la lluvia -rompió el silencio.
Y oí la canción
de la tormenta profunda,
y seré a los ojos
para pedir un deseo.
La planta empezó a crecer
como crece el día nuevo.
La alegría volvió en su rostro
y en el mío también.
¡También!